EDITORIAL
Gastritis atrófiaca y Helicobacter pylori
La mucosa gástrica en la mayoría de las personas presenta una respuesta
inflamatoria. Esta reacción inflamatoria se puede diferenciar en 3
grandes grupos: aguda, crónica y atrófica. Uno de los factores
determinantes en la génesis y progresión de la inflamación gástrica es
la presencia del Helicobacter pylori (Hp) en el estómago del
paciente.
La gastritis aguda es una respuesta
inflamatoria polimorfonuclear intensa que ocurre en fases tempranas de
la infección a Hp. Esta inflamación intensa en el cuerpo y antro
gástrico puede generar un daño severo en la capa glandular produciendo
la denominada "gastritis aclorhídrica epidémica"1. Este tipo
de gastritis se resuelve en pocos días o semanas. La persistencia de una
inflamación esta vez con un infiltrado predominantemente inflamatorio
mononuclear da lugar a la gastritis crónica2. En la
clasificación de la gastritis de Sydney se pone énfasis en la
localización de la gastritis, dividiéndola en gastritis antral
predominante, corporal predominante y la pangastritis que toma tanto
antro como el cuerpo gástrico. Una vez desarrollada la gastritis crónica
esta usualmente permanece, resolución espontanea ocurre pero es
inusual.
La gastritis atrófica es referida a la
ausencia de glándulas en la mucosa gástrica. En 3/4 partes de los casos
de gastritis atrófica el H.p. esta presente. La gastritis atrófica
autoinmune que era conocido antes de la clasificación de Sydney como
Gastritis tipo A (solo en el cuerpo) asociada a anemia perniciosa; pero
limitado a poblaciones del norte de Europa (Escandinavia).
El diagnóstico de Atrofia gástrica es importante pues forma parte de la
cascada que conduce al cáncer gástrico por lo que es necesario hacer un
diagnóstico adecuado.
Pese a lo aparentemente
sencillo en su definición los patólogos encuentran muchas dificultades
en llegar a un acuerdo, por lo que hay mucha variación
interobservacional. Uno de los puntos de mayor confusión esta dado por
la presencia en algunos especímenes histológicos con una marcada
respuesta inflamatoria en la lamina propia que pueden hacer imposible
clarificar entre la "perdida" de las glándulas o un desplazamiento de
estas por el infiltrado inflamatorio3.
Expertos patólogos reunidos en Houston (1998), Orlando (1999) y Nueva
Orleans (2000); han dado recomendaciones para disminuir las dudas
diagnósticas de la gastritis atrófica4. Y son: (i) La muestra
debe ser del grosor completo de la mucosa, con una adecuada orientación
y sección. (ii) Si bien la hematoxilina-eosina es una tinción adecuada
para distinguir entra mucosa atrófica y la no atrófica, tinciones
especiales ( Azul de alsacia-PAS) son útiles para detectar focos mínimos
de intestinalización glandular. (iii) Siempre indicar el lugar del
estómago donde se tomó la biopsia. (iv) Tomar al menos 3 niveles del
bloque de parafina.
Al revisar algunos trabajos
nacionales en los que se explora la presencia de gastritis atrófica en
las muestras de biopsias del estómago encontramos estudios en tres
hospitales de Lima y en un hospital de La Libertad.
El
estudio más completo es el realizado por el grupo del Hospital Cayetano
Heredia - Rimac que evaluó 1406 pacientes sin lesiones ulceradas
encontrando atrofia gástrica en 8.25% de estos. El 78.5% de estos
pacientes fueron positivos al H.p5. La Doctora Teresa
Castillo en el Hospital Rebagliati estudió cien pacientes sin lesiones
endoscópicas encontrando un 14% de gastritis atrófica6. En
este grupo de pacientes no se detalla la presencia del H.p.; pero si la
presencia de metaplasia intestinal en el 80% de los pacientes con GA.
Otros estudios presentados como resúmenes en congresos nacionales de
Gastroenterología no tienen el detalle adecuado para poder ser
discutidos. Ramirez Ramos, Recavarren y col. En el estudio del hospital
Cayetano Heredia describen también la presencia de atrofia gástrica en
pacientes con úlcera duodenal (11.79%) y gástrica (24.07%) encontrando
una diferencia significativa entre esta última y los pacientes sin
lesión macroscópica a la endoscopia.
Lo importante del
artículo que se presenta en este número es que esboza una hipótesis
sobre como progresa la gastritis superficial hacia la gastritis
atrófica; sin lugar a dudas el paso menos claro en la secuencia que
puede conducir a un cáncer; y quizás el paso en el que intervenciones
terapéuticas pueden ser más factibles.
El H.p. afecta a
la mucosa gástrica al inducir una infiltración de la mucosa por
macrófagos y polimorfonucleares, así como también linfocitos T y B.
Paradojicamente esta reacción inmunológica/inflamatoria notable no
elimina la infección y más bien esta infección genera el desarrollo de
metaplasia intestinal y mutaciones que pueden llevar al cáncer gástrico7.
La presencia demostrada de linfocitos CD8+, linfocitos B CD 20+,
generan al parecer las denominadas Especies Reactivas de Oxigeno (ROS en
Inglés)8, así como un aumento en la producción de
Interleucina 8 (IL-8) e Interferón-g, los cuales van actuar sobre las
células gástricas en el caso del Interferón-g favoreciendo el mecanismo
de apoptosis9, es decir la muerte programada de la célula.
Las ROS pueden también actuar sobre células de la mucosa gástrica
alterando la expresión y función de genes que inhiben el crecimiento
celular, como por ejemplo el gen p53. La presencia otros factores,
llamese cepas cag A+ más citotóxicas, falta de vitamina C u otros
oxidantes, serán los que determinaran la evolución del proceso de
gastritis a atrofia, etc.
La progresión de la gastritis
superficial a una gastritis atrófica esta explicada con bastante lógica
en el trabajo de Recavarren la determinación de estos factores de
agresión y de modificación del comportamiento de la célula mucosa
gástrica es el paso a seguir para probar la hipótesis planteada.
Alberto Zolezzi Francis
Editor de la Revista de Gastroenterología del Perú
REFERENCIAS
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